jueves, abril 18, 2024
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Los peregrinos exiliados de la Bretaña revolucionaria

 

El mar trajo muchos peregrinos a Galicia durante siglos, sobre todo de la fachada atlántica europea, el Mar Celta. Algunos fueron peregrinos forzosos, huidos de guerras y revueltas.Entre julio y septiembre de 1792 embarcan en Reguenes (Nevez) de forma clandestina los sacerdotes de esa zona para huir a España. A Coruña o Gijón-Avilés serán puertos preferentes, pero las vicisitudes del mar obligan a otras recaladas en las costas gallegas. 

En todo caso, Galicia será para la mayoría de estos chuanes el destino final, y veremos en la Costa da Morte a muchos de estos sacerdotes franceses acogidos en nuestros arciprestazgos. 

Como lo hicieron durante las guerras de religión, o después en los conflictos del XIX. El rey francés es arrestado, se proclama la República, crecen los ataques a la Iglesia. Es un proceso iniciado dos años antes. 

La Asamblea Nacional aprueba el 12-Vll-1790 la Constitución Civil del Clero, sancionada a la fuerza por Luis XVI el 24 de agosto. Sin esperar el consentimiento de la Santa Sede, como habían solicitado la mayor parte de los obispos diputados, el 27 de septiembre la Asamblea decreta la obligación de los eclesiásticos de prestar juramento de fidelidad «a la Nación, la Ley y al Rey», así como a la Constitución Civil del Clero.

Los exiliados en plena Revolución Francesa en principio atraviesan la frontera hacia las tierras limítrofes vasco-navarras. Pero los bretones y aquitanos también buscan la protección del arzobispo de Santiago, de los obispos sufragáneos gallegos.

La visita a la tumba del apóstol para pedir su intercesión en el exilio y agradecer la acogida en su santa tierra se hace imprescindible.

El barco es el medio más usado, el viaje más seguro, sin tener que atravesar fronteras, fielatos. Navíos bretones, nanteses, rocheleses y bordeleses descargan a sus pasajeros en los puertos gallegos (fundamentalmente A Coruña, Ribadeo y Vigo}, pero también en otros más alejados como Santander, Laredo o Gijón. Otros provenían del interior, de otras diócesis españolas, como las de Calahorra (de la que dependían ciudades tan importantes como Bilbao, Vitoria, Logroño, etc.) y Pamplona, que recibieron aluviones de exiliados. Las condiciones en las que venían eran generalmente lastimosas y miserables.

El 16 de julio de 1792 embarcaron el rector de Nevez Galliot, su vicario Calvet, el abad de Le Meur; los curas de Nizon, Le Guevel, Gouy. El cura de Riec, David, su vicario Le Gudurec, los padres Berthou y Talabardon. El rector Jean Marie Le Breton de Nizon queda «malamente, abandonado de sus hermanos» y hasta el 24 de septiembre seguirá manteniendo el culto, anotando partidas en los libros parroquiales.

El 28-9-1792 un «bateau» con un gran número de personas parte de las costas de Nevez a la isla de Raguenes, a Quimper, Port-Aven. De dónde buscan barcos hacia Galicia y Asturias.Ourense será un lugar importante de acogida, por la buena disposición del obispo Quevedo. Y seguirá siendo durante un siglo un lugar refugio del clero tradicionalista.

Pedro Benito Antonio de Quevedo y Quintano, teólogo, catedrático, cardenal y regente del Reino. Su padre era caballero de Santiago. Estudió en el Colegio de Santiago de Granada. Destacó por su espíritu de justicia y por su caridad. De 1789 a 1792 dio cobijo a sus expensas a los eclesiásticos franceses que buscaron refugio en Galicia, al ser suprimidas en Francia las órdenes religiosas y perseguido el clero a causa de la revolución. Destacó asimismo por sus donativos extraordinarios y obras de caridad, a expensas de las rentas del obispado que le pertenecían, más 800.000 reales que recibiera de su patrimonio.

El 27 de septiembre de 1792 llegaron a Ourense los primeros eclesiásticos franceses deportados de su país. Eran: Francois Lesbats, maestro en Artes por la Universidad de Burdeos y director del Seminario de Dax; Francois Laborde, también maestro en Artes y vicario de Labréde, diócesis de Dax; Fr. Jean-Agustin Lesbaiceilles, carmelita descalzo; y Raymond Seguin, vicario de Saint-Eloi de Burdeos y maestro en Artes por esa Universidad.

El número aproximado de eclesiásticos franceses que se refugiaron en España durante estos años se cifra en torno 8.000. En Ourense se conocen 328, de los cuales llegaron 55 a partir de finales de septiembre de 1792; 17 en todo el año 93; 218 durante 1794, de los que la mayor parte lo hicieron a partir de las jornadas de terror de julio en las que sucumbe el propio Robespierre, y a pesar de que desde el 5 de diciembre de 1793 una disposición gubernamental prohibía la entrada de más sacerdotes franceses en España, ignorada deliberadamente, como es notorio, por el obispo Quevedo; y 22, 9 y 7 durante los años 1795, 96 y 97 respectivamente. Por ello el número de entradas irregulares fue mayor y se constata por las vistas parroquiales en toda Galicia.

La inmensa mayoría de los refugiados provienen de las diócesis del oeste de Francia situadas en el arco que va desde e! sur de Bretaña (Quimper y Vannes) hasta Sayona. Las que aportan un mayor contingente son Burdeos y Angers con más de 30, seguidos con más de 25 por Saintes y Nantes, y con una cifra cercana a los 20 se encuentran Dax, Le Mans, Vannes, Quimper, Perigueux, Aire y Limoges. En total son 38 las diócesis de origen, de las 141 con que contaba Francia en el Antiguo Régimen.

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