Entre los cerca de mil naufragios sucedidos en la Costa da Morte muchos han quedado registrados en documentos de época o son marcas de pescadores, y apenas quedaron reflejados en la memoria local. Otros sí son vagamente recordados, más por las faenas de búsqueda o actos solidarios que por el propio siniestro, al suceder en alta mar y no dejar rastro. El mercante gijonés Ciervana se perdió el 23-1-1930 a la altura de cabo Vilán y es uno de estos casos, el «barco do sal» víctima de uno de los peores temporales del siglo. Para ayudar a las familias de los 19 náufragos, el Sporting de Gijón realizó uno de los primeros partidos solidarios que recordamos en el Cantábrico.
Se perdió en la costa coruñesa
Era un buque mercante, en ruta de Cádiz a Pasajes con 1450 tn de sal para la PYSBE, y sufre el 23 enero temporal fuerte en Vigo, capeando el temporal se pierde en costa coruñesa, sin más rastro. Ex Nithsdale inglés. 19 muertos se contabilizan en este siniestro. Ni rastro había del veterano vapor ni de sus tripulantes, la mayoría asturianos, aunque también iban a bordo vascos y gallegos. Fue dado por desaparecido a finales del mes de febrero de 1930, concluyendo los expertos que su pérdida debió de ocurrir durante los días 22 o 23 de enero.
Los funerales por su eterno descanso se celebraron a las diez de la mañana del jueves 27 de febrero en la iglesia parroquial de San Pedro, en Gijón. Oficialmente el Ciervana fue dado por desaparecido a finales del mes de febrero de 1930. Ante la grave situación económica en que quedaban las familias de los desaparecidos, en Asturias se organizó una suscripción popular. La Comisión Permanente del Ayuntamiento de Gijón acordó contribuir con la cantidad de 1.000 pesetas. Por su parte, los dirigentes del Club Sporting de Gijón decidieron cobrar al público 10 céntimos por entrada en un partido de fútbol, cuya recaudación estaba destinada a engrosar la suscripción. La mayoría eran simpatizantes del club. La estrella local era Herrerita y parece ser que el partido fue en la 15 jornada de Segunda División en El Molinón con la Cultural Leonesa, con victoria local por 3 a 0. El 5 de marzo visitaba A Coruña para empatar con el Deportivo.
El armador era la Compañía Marítima Asturiana, S.A., con sede en Gijón, ciudad donde fue matriculado. El Ciérvana era el antiguo Nithsdale, por el que se pagó al intermediario William B. Dickinson, de Liverpool, la cantidad de 303.125 pesetas en 1890. Astillero Cunliffe & Dunlop, en Port Glasgow. Su construcción número 144 fue un vapor de carga clásico, con casco de hierro, una cubierta, de 1.264,12 toneladas de Registro Bruto, 939,63 toneladas de Registro Neto y 1.450,00 toneladas de Peso Muerto. Las principales dimensiones eran: 72,23 metros de eslora, 9,85 metros de manga, 4,55 metros de puntal y 5,20 metros de calado. Una caldera de seis hornos, alimentada por carbón, proporcionaba el vapor a una máquina alternativa de doble expansión que desarrollaba 623 IHP (131 NHP).
Su consumo estaba sobre las 12 toneladas por singladura y las carboneras tenían una capacidad máxima de 250 toneladas. El equipo propulsor había sido fabricado por el propio astillero. Para estibar la carga disponía de tres bodegas con entrepuentes y también tenía espacio para alojar a un número reducido de pasajeros. La ceremonia de botadura del Nithsdale, nombre con el que fue bautizado el nuevo vapor, tuvo lugar el sábado 15 de enero de 1881 y meses más tarde el astillero hacía entrega a sus propietarios, la sociedad Robert Mackill & Co. Ltd., de Glasgow. Los nombres de sus buques siempre eran topónimos alusivos a valles, «dale» en inglés antiguo. Fue vapor de pasaje y correo en el Mediterráneo de la Tayá line, luego adquirido en Gijón para el cabotaje, ya veterano de travesías, según los datos de M. Rodríguez Aguilar, rescatador de fotos del barco.
Una vía de agua cerca de la Isla de Ons
En julio de 1929 dio con un bajo cerca de la Isla de Ons, que le ocasionó una vía de agua. En su auxilio acudieron varios buques, que lo remolcaron hasta el puerto de Vilagarcía de Arousa, donde pudo reparar provisionalmente las averías y continuar viaje. Estuvo en revisión en el dique de Gamazo, en Santander. Partió el 24 de diciembre de 1929 de Gijón en lastre, con el fin de tomar un cargamento en Ribadeo. Desde el puerto gallego viajaría hasta Tarragona para descargar y, posteriormente, se dirigió en lastre hacia el puerto de Cádiz, en cuyas instalaciones embarcaría una nueva carga. Al mando de una tripulación compuesta por dieciocho hombres, figuraba el capitán Octavio Santurio. En el puerto de Cádiz coincidió con el vapor Martinez Rivas, de la Naviera Martínez Rivas.
Este vapor zarpó por la tarde del día 22 de enero de 1930 para Pasajes con un cargamento de sal. A las diez de la noche del mismo día lo hacía el Ciérvana con igual mismo destino y 1.450 toneladas de sal. Al ser de mayor andar, el vapor Ciérvana adelantó al Martinez Rivas después de diez horas de navegación, cuando ambos se encontraban próximos al Cabo de Santa María, en Portugal. En las últimas horas del día 23, ambos vapores se verán envueltos en un violento temporal, que afectaría a buena parte de la costa portuguesa y gallega. A la altura de Vigo les pilló lo peor del temporal. Algunos tripulantes del vapor Guillermo Schultz, de la Compañía de Navegación Vasco Asturiana, les pareció ver al Ciervana capeando el furioso temporal a la altura de las Islas Cíes.
El Martinez Rivas entraba en Pasajes el martes 28 de enero, pero del esperado Ciervana no se sabía nada. Desde la sede de la naviera, en Gijón, se telegrafió a varios puertos gallegos y portugueses solicitando noticias por si estuviera refugiado en algún puerto de la ruta. A primeros de febrero encargaron al capitán del vapor Jose Maria, compañero de naviera, la búsqueda del vapor desaparecido o de cualquier noticia que sirviera para su localización.
La tripulación del vapor Ciérvana
También la Armada española destacó al crucero Blas de Lezo para recorrer la costa gallega en la posible zona donde del siniestro. En aguas gallegas aparecieron varios restos de un buque pero no eran del vapor Ciérvana. Después de varios días infructuosos, las búsquedas se suspendieron. Se dio por hecho que el buque había naufragado entre cabo Fisterra y A Coruña, en donde hay cientos de pecios localizados en las marcas de los pescadores locales. El capitán, Octavio Santurio, gijonés de nacimiento, estaba casado y tenía tres hijos.
Era el primer viaje que hacía al mando del Ciérvana, habiendo gobernado antes el vapor Alvarez Sala. La lista de tripulantes del vapor Ciervana en su último viaje era: Capitán: Octavio Santurio. Primer Oficial: Mario Martínez. Primer Maquinista: Adriano Muñiz. Segundo Maquinista: José Mendibelecia. Contramaestre: Enrique Recuero. Carpintero: Juan Bastos Fernández. Marineros: José Ventoso, Salvador Viella, José Saldo, Antonio Sotelo Amor. Calderetero: Francisco Alonso. Engrasador: Maximino Collado. Fogoneros: Jesús Valdés, Francisco Cores, Inocencio Fanego.