Contábamos sobre la secular presencia gallega en Terranova.El descubrimiento de Terranova y Los Bacalaos sigue teniendo un cierto halo de leyenda, pero lo que está acreditado es que los viajes más notables en cuanto a descubrimientos e intentos de colonización de la isla llevan el nombre de un genovés de origen, Juan Caboto, que obtuvo una patente del rey inglés Enrique VII en marzo de 1496 permitiéndole ir junto a sus hijos a descubrir nuevas tierras. Una idea de seguir un viaje rumbo a Asia por el norte surgió de la noticia de la llegada de Colón a las Indias. Unos años antes, entre 1491 y 1493, se encontraba Caboto por Valencia, trabajando en un proyecto para las mejoras del puerto. Intentó recibir apoyo de los Reyes Católicos y después del rey de Portugal, Manuel I, para emprender unas expediciones hacia el noroeste, pero no tuvo éxito; finalmente lo recibió de Enrique VII. La noticia de que otro navegante intentaba ir a las Indias por el oeste fue enviada a los Reyes Católicos por su embajador en Londres. El Mathew zarpó de Bristol el 20 de mayo y regresó el 6 de agosto del mismo año. El embajador español, Pedro Ayala, notificó al rey de España, en una carta de julio 1498, los sucesos ocurridos en esta expedición. Un mercader londinense, John Day, manda una carta en otoño de 1497 al gran almirante de Castilla, Don Fadrique Enríquez, contándole las aventuras de los ingleses y sus navegaciones al Nuevo Mundo. Además acompañaba su carta con un mapa que pudo ser usado por Juan de la Cosa. En fin, los progresos de otros países no escapaban a la eficaz red de espías hispanos.
A mis trabajos sobre los viajes de la Casa de Contratación coruñesa o la pesca de la ballena, las investigaciones sobre el legado vasco en Terranova de Sabino Laucirica unimos el excelente trabajo «Pesca gallega a Terranova. XVI-XVII. USC, 2006» de Caroline Menard, que nos aporta una serie de datos del máximo interés sobre nuestras pioneras campañas árticas .
«Se marca el año de 1504 como el comienzo de la pesca del bacalao entre los pescadores vascos, bretones y normandos, pero no se facilita los nombres de estos pioneros, para emprender la nueva ruta que los llevaría a Terranova habrían recibido información a través de sus intercambios comerciales en Bristol, ciudad donde llegó el Gabriel en 1502» anota Menard. Franceses y portugueses estarían tras los pasos de los primeros navegantes de Bristol.
La siguiente campaña data de 1506 y la realizó un francés llamado Jean Denys, nativo de Honfleur, le emuló otro francés, de Dieppe, el piloto Thomas Aubert, quien viajó a Terranova y volvió con unos autóctonos. Las primeras campañas bretonas documentadas datan de 1508 y 1510. El puerto de Burdeos recibe su primera carga de bacalao en 1517 de la nao Marie Croizic y su primer armamento está fechado en unos diez años después. «A los franceses, les precedieron en los viajes de exploración los portugueses y en la misma época, seguramente, habían empezado sus pesquerías, ya que en 1506, el rey Manuel I de Portugal instauró el diezmo del pescado de Terranova, pero este tributo no es exento de polémica y tampoco es la prueba definitiva sobre los inicios de las pesquerías portuguesas» explica la citada autora. Los hermanos Corte Reale serían enviados por el rey luso en su interés por ver si estas pesquerías caían dentro de su delimitación.
Gaspar Corte Reale recibió una patente real el 2 de mayo de 1500 autorizando a explorar nuevas tierras, los términos de la patente dejan entender que hubiera hecho viajes anteriores. El primer viaje, financiado por él mismo, fue un éxito; descubrió unas tierras y regresó con una carga de madera y unos nativos, y su paso por Terranova dio origen a una nomenclatura de inspiración portuguesa que todavía pervive, después de sufrir algunas modificaciones debidas al paso del tiempo, ejemplo de ellos son Cabo Boa Vista, Santa Iria, Ilha de Bacalhaus, Baia da Conceição, río Fermoso, Cabo Razo.
Entre los españoles las primeras expediciones documentadas están protagonizadas por gallegos. El interés estaría más en los bacalaos que en otros productos (ballenas) y en principio de cara al mercado portugués, ya que tardó en introducirse este consumo en el país, por influjo luso.
El primer viaje a Terranova acometido por un gallego se registró en 1517, en la villa de Pontevedra concretamente, pues dejó constancia en un contrato de alquiler que reunía a un mercader pontevedrés, Fernando de la Torre, con un marinero de Betanzos, Juan de Betanços, para que éste sirviera al primero en una campaña para pescar bacalaos, por un salario de unos cinco ducados de oro, y este es el documento más antiguo al respecto y nos habla de la aparición temprana de los gallegos en las aguas de Terranova. A esta primera noticia de una campaña le siguieron dos más en la década de los años 20 del siglo XVI, siempre localizadas en la villa de Pontevedra, prueba de la continuidad de esta práctica y otorgando un mayor protagonismo a este puerto en los inicios de la pesca de altura.
La reina Juana y del rey Fernando el Católico ante la iniciativa de Juan de Agramonte para viajar a los Bacalaos le ordenan que lleve consigo dos pilotos bretones o de otra nación que hubieran navegado por esas aguas. Se entiende por tanto que no había españoles hábiles en esta ruta. El leridense Joan de Agramunt obtuvo permiso para ir con dos barcos a los Bacalaos en 1511, aunque se cree que no se llevó a cabo la empresa.
En cuanto a los vascos, existe una cierta discusión en torno a la fecha inicial de su primera participación en la pesca del bacalao en Terranova, Sierra Nava fecha el inicio de la pesca por parte de los vascos en 1527. Por su parte, Landeta Bilbao sostiene que el primer documento por parte de vascos españoles evidenciando sus vínculos con las pesquerías de Terranova data del año 1532.
ARES DE SEA
En la empresa de Terranova encontramos a algún protagonista vinculado con la Costa da Morte, como a Ares de Sea, oriundo de Cee.
En julio de 1541 se despachó al aposentador del rey, Juan de Garnica, al Reino de Galicia con la misión de preparar la segunda carabela para salir en dirección al norte, desde el puerto de Baiona. El objetivo de la expedición era ir a los Bacalaos para seguir el rastro de los franceses e informar sobre ello al rey. De los gastos de esta expedición se encargó el obispo de Lugo, Juan Súarez de Carvajar, miembro del Consejo de Indias; importe que se elevó a 150.000 maravedíes y que se ordenó devolverle a partir de unas licencias ordinarias de esclavos. Ares de Sea, regidor de la villa de Baiona, fue nombrado capitán de la expedición, mientras Juan Álvarez, portugués, vecino de Oporto y propietario del barco, fue elegido como maestre; completan la tripulación el piloto Álvaro Yáñez, nueve marineros, cinco grumetes y dos pajes. El barco zarpó poco después que lo hiciera la primera nave de Francisco Sánchez, tiempo después regresó al puerto de Baiona en noviembre de 1541 y Ares de Sea, como responsable de la misión, se trasladó a la Corte para dar cuenta de ella.
BALEAS
La región de Terranova tiene una fauna marina muy rica y variada. El bacalao es la estrella pero están presentes el salmón, el fletán, las focas, las ballenas, las morsas. Para gallegos y vascos el bacalao y la ballena serían los objetivos de las costeras, y los otros recursos servirían sobre todo para el propio consumo. Ya en el siglo XX cuando se recuperan estos bancos los barcos van al bacalao y al fletán. Un barco de Camariñas (Mayi IV) ganó protagonismo durante la llamada «guerra del fletán» hispano-canadiense, a finales del siglo pasado, en 1993, y su puente se conserva en esta villa.
Armar balleneros para largas travesías tan lejos era costoso e implicaba a varios socios. La riqueza de las costas gallegas en recursos pesqueros de mayor consumo de la población, como la sardina, no invitaba a estos riesgos de pesquerías lejanas. Los gallegos en la edad media y moderna pescaban en su litoral sardina, congrio, pescada, y también ballenas. La caza de la ballena se hace sobre todo en la costa norte de Galicia, alrededor de A Coruña. Entre cabo vilán y bares es un área tradicional de pesca. La presencia de ballenas en nuestro litoral tampoco le presta a los gallegos desplazarse hasta Terranova. Y el bacalao tarda en hacerse hueco como producto de consumo. Así que fuimos de los primeros en estar presentes pero no de una forma importante. Para los vascos fue una apuesta fuerte.
IDA Y VUELTA
La navegación de vuelta a Europa es mucho más fácil que la de ida debido a las corrientes marítimas de la América del Norte. Hay una vía ascendente, la corriente noratlántica, y otra que desciende bordeando Europa para bajar en dirección a África del Norte, la corriente de las Canarias. Los vientos predominan del poniente y facilitan la travesía. el tiempo empleado en los viajes de regreso es más corto que a la ida. La travesía más corta se realiza en poco más de 18 días, pero lo más normal es que el viaje dure en torno a un mes. La vuelta de las campañas suele ocurrir en otoño. En algunas regiones, la festividad de San Miguel, el 29 de septiembre, marca la llegada de las embarcaciones a los puertos. Lo más probable es que regresen a Galicia desde finales de verano hasta octubre.
La primavera centra las salidas de los puertos europeos, para poder llegar a los bancos de Terranova al final de esta estación y principios de verano, y coincidir con la época de freza, cuando el bacalao se encuentra más cercano a la superficie y es más fácil de pescar.
Si revisamos la fecha de redacción de los primeros contratos gallegos, éstos son del 22 de marzo para la campaña de 1526, del 31 de marzo para la de 1559, del 14 de abril para la de 1576, del 25 de marzo para la de 1579 y del 13 de abril para la de 1614. No existe una fecha de comienzo oficial de la pesca del bacalao en Galicia, pero sí una temporada de salidas que va más o menos desde marzo hasta fines de abril.
Las expediciones de ida no cuentan con corrientes marítimas favorables ni de vientos en la dirección adecuada para conducirlas más fácilmente hacia la América del Norte. Por ello, la duración de los viajes es variable y desde luego, más larga que en el regreso. Algunos estiman que los barcos divisaban Terranova después de dos meses de una dura travesía.
Para acceder a Terranova existían unas cuatro rutas, repartidas entre lo que es actualmente Gran Bretaña hasta Portugal. La adopción de una u otra dependía del lugar de origen de las embarcaciones y de la facilidad que tuvieran para acceder a dichas rutas.
Los gallegos solían acceder por la ruta portuguesa, que sale desde Aveiro para dirigirse hacia la isla Terceira en las Azores, islas más adentradas en el Atlántico. Después las naves navegaban en dirección norte hasta Terranova. En Portugal podían unirse en conserva con otros barcos, tomar sal y provisiones. Y era un mercado de venta para un producto de escaso consumo en Galicia. A nuestra costa también llegaban los vascos, que contaban aquí con factorías balleneras desde la Edad Media, como las de Malpica y Caión.
La ruta vasca, que engloba los puertos del Labort francés y toda la cornisa cantábrica, costea el Cantábrico hasta Bares-Fisterra, sigue a las cercanías de las Azores y toma las corrientes hasta Terranova. Según un documento probablemente el año 1571, anotado por Caroline Menard, los pescadores vasco españoles «quando parten desta costa reconoçen las penas de Goçon como a XV leguas la mar adentro ques en Asturias a dos leguas de Jijon y de alli ban al […] noroeste hasta çinquenta y dos grados y medio donde está la Gran Baya…».
No nos permite saber el camino seguido desde Gijón y el largo recorrido que espera a las embarcaciones vascas una vez que dejan de vista la Península y las Azores, antes de internarse en el océano. Pero siendo la ruta hasta Galicia bien conocida y contando con muchos armadores y pescadores vascos en Galicia, que también participaban en la pesquería del bacalao, deberían seguir hasta Bares.
Una treintena de barcos y aproximadamente 2.500 tripulantes partían cada año desde las costas vascas a la pesca del bacalao y la caza de la ballena. Fueron dos siglos de pesca intensiva hasta el Tratado de Utrecht de 1713 en que Terranova cae del lado inglés y los franceses establecidos en su capital Placentia son obligados a abandonar la isla hacia la provincia canadiense de Quebec. «También sus aliados los vascos son obligados a abandonar aquellas aguas. Se habían pescado miles de toneladas de bacalao y más de 20.000 ballenas» recuerda Sabini Laucirica, que se dedicó a buscar el recuerdo de aquellas expediciones y los topónimos vascos que quedaron en aquellos pagos, como el de Palentia, de Plenzia. La ciudad Port-aux-Basques está presente en mapas de 1612; Port-au-Choix es una desfiguración de Portuchoa (puertecito), y Ingonachoix (Aingura Charra) se traduce como «mal anclaje». Barachoa, Operportu y Aguchar.