Seguimos con el análisis de los documentos de los escribanos dando cuenta de sucesos en la navegación histórica, con la ayuda en la transcripción de Shaila Agustín.
Ahora vamos a hablar de un bergantín goleta de Camariñas de 1832, Nuestra Señora del Carmen, al mando de un viejo capitán bien conocido, Josef Mitsus, y de su azarosa lucha contra los elementos hasta arribar a Pobra do Caramiñal, tras remontar los bajos de Corrubedo en plena ventisca.
En su ruta de Torrevieja a Corcubión cargado de sal sufrió una deriva que lo desvió nada menos que a la altura de Canarias. El mestre de origen croata Mitsus (o Mitsuf) resultó gravemente herido y el segundo de a bordo, Ramón Fernández de Arou, tuvo que llevar el barco a Corcubión.
PROTESTA DE MAR
Protesta otorgada por el capitán del bergantín de Camariñas Nuestra Señora del Carmen que, en ruta de Torrevieja a Corcubión con carga de sal, arribó a la villa del Caramiñal, después de sufrir innumerables incidentes y una deriva hasta la altura de Canarias.
«En la villa del Caramiñal a seis de febrero de 1832, ante mí escribano y testigos (…) constituido personalmente don Josef Mitsus, capitán y dueño de vergantín goleta español nombrado Nuestra Señora del Carmen El Ramallés, de la matrícula y vecindario del puerto de Camariñas y dijo: que ratifica en todo la protesta que había tomado en Setúbal (…) el día once de enero se hizo a la vela en dirección a Galicia porque el viento estaba terral y la admósfera de buen semblante, desembocado felízmente la barra de Setúbal, con cargamento de sal que habían tomado en las Reales Fábricas de Torrevieja con destino a Corcubión (…) siguió la navegación hasta el día 13 que saltó el viento al N. NO. con tanta violencia que les fue preciso ponerse a correr la vía con un solo bolso en el trinquete, sorteando los grandes mares, y a las diez de la noche de aquel día se le encapilló tan fuerte golpe de mar por la popa que entendieron ser víctimas en aquel momento de su furor, pero la divina providencia quiso que les llevase todos los empavesados de ambos costados, el fogón, desfondó la lancha y en fin rompió hasta un cuartel de la escotilla por donde se anegaban. Los víveres se le averiaron y perdieron el trinquete que desapareció, colocaron el velacho y también se lo llevo el viento, de manera que ver al buque era ver una miseria.
Se agrega a todo esto la circunstancia de no poder descansar, porque se está dando siempre a las bombas, por las cuales salió y sale mucha sal, pues el buque está muy flotante.
Así, corriendo a lo que diese el destino se pusieron a sesenta leguas de Canarias, en cuya dirección comenzó a templar el tiempo (…) y con vientos bonacibles consiguieron entrar en Sagres para hacer pan y agua, de donde salió al día siguiente (…) siguiendo su ruta hasta el día de ayer, cinco del corriente, queriendo remontar los bajos de Corrubedo con vientos muy recio, cerrazón y mucha mar (…) una trebonada por la travesía le hizo arribar y entrar a todo trance en esta ría, anclando en la rada de este puerto a las dos de la tarde del día de ayer, en donde el que habla se halla muy fatigado del pecho por un golpe de mar que llevó contra una botavara, de manera que con este síntoma y con fuertes dolores de cabeza que está sufriendo le hace ponerse en curas y retirarse por tierra al pueblo de su vecindad, por lo que le toca al segundo, Ramón Fernandez, de Arou, lleva el barco a Corcubión (…) por lo que protesta una (…)».