Las denuncias de averías eran una práctica habitual en las notarías por parte de los patrones de nuestros veleros.
La sal era un producto demandado y en su acarreo también se usan barcos extranjeros como el bergantín El Pelícano de Venecia, capitán Gerónimo Julián, que se vio en peligro de naufragar en Corme, pero pudo arribar a Laxe en 1784.
Declaración tomada del capitán del bergantín veneciano El Pelícano, después de tener que arribar a Corme por mal tiempo y embarrancar cuando intentaban «salir de entre puntas».
«En la villa de Lage, feligresía de Santa María de la Atalaya, 30 días del mes de julio de 1784, ante mí escribano y testigos abajo escriptos, pareció presente el que dijo ser y llamarse Gerónimo Julián, natural de la ciudad de Benecia, capitán del bergantín nombrado El Pelícano, y dijo: que hallándose con su bergantín en el puerto de Cádiz, enjuto de quilla y costado (…) tomo a su bordo cargamento de Sal, para conducir al puerto de Riba de Sella, en el principado de Asturias (…) después de pasar al cabo de Finisterre encontraron vientos recios que le hicieron arribar al puerto de Corme, donde fondearon durante varios días, al cambiar el tiempo quisieron salir de entre puntas pero embarrancaron sobre una piedra (…) tras grandes esfuerzos y con desembarrancar la nave y fondear en este puerto de Lage (…) tuvieron que vender porción de sal por los muchos gastos que tuvieron (…) por lo que protesta (…)»