Camariñas tuvo un muelle comercial en 1767, gracias a la labor de un vecino que no goza del reconocimiento que otros tienen por mucho menos.
En el siglo XVIII se llevan a cabo en la provincia obras de acondicionamiento de muelles, aunque en la comarca debemos decir que por primera vez se construyen estas instalaciones, pues las embarcaciones «comunes» usaban los arenales para su varada o las dársenas de fondeaderos. En general, en base a proyectos de ingenieros de Marina de Ferrol, cuerpo creado en 1770, se procede al proyecto de nuevos muelles.
Dársena de Camariñas
El célebre Eustaquio Giannini pertenece a este grupo, teniente de navío del cuerpo de Ingenieros Hidráulicos, dirigió las obras de reconstrucción de la Torre de Hércules, rematadas en 1790, diseñó la ampliación del muelle de Vigo en 1791; y la construcción de uno en Muxía que no se llevó a cabo hasta el siglo siguiente, cuyos planos guardo en mi archivo personal junto a los proyectos de Camariñas.
La dársena de Camariñas, como en su día di a conocer, fue el primer muelle de la comarca, y procede del último tercio del siglo XVIII. Aún se conserva. Pero se debe a un benefactor totalmente desconocido para los vecinos y por ello trato de solventar esta afrenta.
Francisco Antonio Vázquez, hombre de mar
Sabemos de un contrato suscrito entre Francisco Antonio Vázquez, matriculado y vecino de dicha villa, y otros de su misma condición, para construir un muelle. La escritura notarial conservada en el Archivo Histórico del Colegio Notarial de A Coruña (A.H.C.N.C) no aclara los términos del acuerdo, pero en la misma comprobamos que Vázquez adelantó el dinero para acometer dichas obras.
Para este fin también se recurrió al Montepío de pesca creado por la Corona para financiar estas mejoras. En 1767, don Francisco Antonio Vázquez reclamó lo que había adelantado en el proyecto (A.H.C.N.C. Distrito de Ferrol. Notario Domingo Antonio Vázquez. Prot. Nº 1.251. Fol.26 r.).
Este vecino y hombre de mar es tratado de » don» por el escribano, prueba de hidalguía. Además, cuenta con ascendente sobre el gremio ¿Quién es este insigne vecino olvidado en nuestros días? Debiendo investigar más sobre el mismo, lo que sabemos es que los Vázquez da Costa son una casa hidalga de Buría en ese siglo. Y que en el Catastro de 1753, no muy lejos de la fecha en cuestión, aparecen Francisco Vázquez y Ambrosio Mourín como armadores de un patache de 18 toneladas empleado en la venta de sardina de Camariñas por hierro en San Sebastián.
Los Mourín son apoderados de los señores de las torres de Cereixo y del conde de Altamira, y cómo los Vázquez van a aparecer en el siglo siguiente entre los escribanos de la zona. Dos jóvenes hermanos Mourín harán las Américas, posiblemente escapando de una leva de Marina, volviendo ricos.
Francisco Vázquez es dueño de un molino en Brañas Verdes; su hermano Matías Vázquez perito de los vecinos de Buría, encargado de dar cuenta en Ponte do Porto al ministro ocupado en el Catastro de 1753. Son parientes de Joseph Antonio Vázquez Vaamonde, párroco de Traba de Laxe en 1753, localidad de donde proceden los Vázquez da Costa. De uno de ellos, casado en Buría, viene nuestro benefactor. Y mi bisabuelo, Manuel Lema Vázquez.
Los planos
En 1791, un plano del ingeniero de la Real Armada Méndez muestra la primera imagen que tenemos de la dársena de Camariñas. En 1753 en los planos de la ría de Francisco Llovet para levantar las baterías defensivas no aparecía ninguna infraestructura, ni por supuesto en obras anteriores. En 1794 Mathías de Fontanes realiza otra proyección con objeto de efectuar reparaciones en la obra levantada por Vázquez a petición del gremio del mar.
Otro caso de propuesta de obras en esta época de tantas luces es el de Fisterra, apuntado por J. M. Vázquez Lijó. Y donde también aparece la mano de un profesional de Ponte do Porto (Camariñas), Juan López Freire, hijo del gran arquitecto Juan el Mayor de Cereixo, a los que también en su día reivindiqué para sacar del ostracismo local.
El portavoz del gremio del mar de Fisterra respondió en 1777 al interrogatorio real afirmando que esta corporación estaría más floreciente «si no tubiesen todos los días que sacar los Barcos a tierra en hombros para la brabeza de su costa». Pedían un muelle, cuyo coste fue estimado por el gremio en cuarenta mil reales, cantidad que se comprometió a liquidar mediante un quiñón de cada barco.
En vista de dicha declaración, de las cartas del subdelegado y de lo que expuso Jerónimo Hijosa, destacado marino y uno de los directores de dicha institución, en enero de 1777 el proyecto del muelle se confió al maestro arquitecto de la Universidad, Juan López Freire, quien también da presupuesto de obra.
En la Junta del Montepío celebrada en Santiago el 8 de abril se reconoció el plano «de la costa, puerto y muelle» de Finisterre hecho por aquél y se acordó remitir todos los papeles concernientes a esta construcción a Ventura Figueroa, Colector de Espolios y Gobernador del Consejo de Castilla. El caso es que el expediente no pudo llegar a buen puerto ya que carecemos de datos sobre instalaciones portuarias en este siglo en la villa. Freire da planos para la iglesia de Camariñas y la fortaleza de Vimianzo.