martes, noviembre 12, 2024
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El «Larra» otro barco que dejó huella en la Punta da Barca


FOTO- RAMÓN CAAMAÑO-A punta da Barca de Muxía, es decir dónde se sitúa el famoso santuario da Virxe da Barca, fue escenario de numerosos naufragios, tantos recientes como antiguos, muchos de ellos desgraciadamente cobrándose vidas. El caso del encallamiento del arrastrero»Larra» afortunadamente no se saldó la vida de ningún marinero, pero si dejó huella en el lugar, y en la memoria colectiva.

Todo comenzaba un 22 de junio de 1987,el arrastrero de Marín, de 181 toneladas, de casi 28 metros de eslora, construido en 1950,y propiedad de «Herminia Muñiz» entraba en el puerto de Muxía, amarraba en la escollera del muelle, y descargaba las faenas que habían pescado durante los días anteriores. Una vez hecha toda esta actividad decidieron salir de la localidad a las 4 de la mañana del día 23,una fría noche que se caracterizaba por la densa niebla que dificultaba la visibilidad de la escarpada costa. 

El barco fue yéndose y acercándose contra la costa al igual que un juguete, cuando finalmente terminó clavándose en las piedras da punta da Barca, conocidas como «A Xaviña»sufriendo un enorme boquete que terminó por inundar y llenar la sala de máquinas de agua. Los 13 marineros que componían la tripulación lograron salvarse sanos y salvos, ocho tripulantes se tiraron al agua con una balsa salvavidas y los cinco restantes fueron rescatados por los dos pesqueros de Bueu «Garbo» y «Rosa de los vientos» que navegaban por las inmediaciones. Al amanecer en la localidad y al penetrar los rallos de sol en el casco y en las ventanillas del puente, marineros y vecinos se desplazaban al lugar para ver por sus propios ojos el accidente del «Larra».

 Los marineros charlaban sobre lo ocurrido en el escenario del encallamiento, se preguntaban como pudo encajarse en las piedras o que se podría hacer con el arrastrero una vez encallado. El barco se encontraba en una situación difícil, pero se intentó el reflote de este, el trabajo de recuperación lo llevaba la empresa coruñesa «Redesa S.A.», con el apoyo del remolcador «Santa Cruz I». Se intentó el reflote por medio de hombres rana y bombas de achique… Pero todo esto resulto en vano pues el día 28 se abandonaban las operaciones de rescate y se propuso el desguace del «Larra», que se llevaría a cabo a partir del día 6 de julio, por la misma empresa, donde colaboraban 10 personas. 

La chatarra se trasladó a puerto donde posteriormente se cargó en camiones, que se transportaron hasta a A Coruña y que finalmente su destino fue ser troceada y fundida. Las labores de desguace comenzaron por la extracción del gasoil y aceites para evitar daños ecológicos en la zona. Las labores se atrasaron por las malas condiciones meteorológicas, que se añadían con vientos de nordeste, y mar picada, que esto supuso solo trabajar en las labores de desguace a primeras horas de la mañana mientras no mejoraba el tiempo.

 Se realizaba el desmantelamiento a primeras horas del día por estar la marea baja, de marea alta dificultaría aún más los trabajos de desmantelamiento. A finales de Julio ya se notaba el avance de las obras, pues ya estaba la parte inferior de la proa retirada junto a uno de los laterales del barco, aunque todavía faltaba por retirar el motor general y la parte inferior de popa. A día de hoy algunos restos del «Larra» descansan posadas bajo el lecho marino, bajo las oscuras, tenebrosas y peligrosas aguas de «A Xaviña», donde gran cantidad de historias de naufragios se esconden entre sus afiliadas y grandes piedras.

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