sábado, abril 20, 2024
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La flota fantasma de los condores del SVA

En este espacio de crónicas marinas vamos a hablar de droga, de Corcubión, de Greenpeace y de una poco conocida flota fantasma gallega. Todo va enlazado.

Desde el mes pasado la lucha contra el narcotráfico en Galicia cuenta con un «nuevo cóndor». A los investigadores de la conexión gallega del narcotráfico les sonará el nombre; como a todos nos suena la Operación Nécora, Sito Miñanco, Oubiña o los Charlines. Personajes que siguen en plena actualidad.

El nuevo Cóndor pertenece a la saga de seis embarcaciones con el mismo apelativo incautadas a las propias organizaciones criminales en las décadas de los 80 y 90, en medio de las primeras grandes redadas contra la droga en Galicia, ahora de nuevo en el candelero por series como Fariña (en donde salgo tres veces citado, pero «non por mala cousa»). Eran narcobarcos convertidos en patrulleras camufladas de Aduanas.

Toda una flota fantasma que actuaba sobre todo en el Estrecho y en aguas gallegas, con métodos como los usados por el corso alemán en las dos guerras mundiales, la incipiente marina prusiana y en nuestros días por la supuesta flota pesquera china (en realidad barcos militares con agentes a bordo) que merodea por todos los islotes y atolones del Pacífico reclamados como parte de sus aguas. Algunas islas un día fueron españolas, nunca chinas.

Los barcos incautados a los capos gallegos de la droga pasaron a formar parte de la flota de Vigilancia Aduanera con el nombre de Cóndor, participando en secreto en diversas actuaciones especiales. Sus tripulaciones no vestían de uniforme. El primer barco incorporado a finales de los años ochenta estaba pintado de blanco y simulaba pertenecer a una institución científica. Era un yate de recreo, el Yasmine, que había pertenecido al armador y multimillonario griego Aristóteles Onassis y al actor Richard Burton. De manera confidencial, el Yasmine entró a formar parte de la flota de Vigilancia Aduanera como el Cóndor I.


 

SMITH LLOYDS CAIRO. OTRO CONDOR EN CORCUBION

El Cóndor I enseguida recibió nuevos compañeros, tras las primeras acciones contra los contrabandistas gallegos del tabaco de batea pasados en aquellos años ya al más lucrativo negocio de la cocaína y el hachís. Y una de estas aportaciones les llegó desde Corcubión, por la incautación de un mercante con tabaco Winston, pero que encubría una abortada descarga de coca, la mayor nunca planeada en europa.

El Cóndor III era el Smith Lloyd off Cairo (SMC), abanderado en San Vicente y Granadinas y uno de los buques insignia de Sito Miñanco. Este remolcador tipo supply estaba provisto, como el nuevo Cóndor, con dos potentes planeadoras a bordo. El cometido que tenían era alijar el tabaco que llevaba la nodriza y transportarlo a tierra, evitando el viaje de ida de las lanchas. Fue apresado el SMC por las autoridades españolas en aguas internacionales el 29 de mayo de 1990 con 1,5 millones de cajetillas, días antes de estallar la Operación Nécora.

La tripulación fue desembarcada en Corcubión y desfiló hacía su juzgado en donde inició diligencias el juez titular. El Condor III fue el primer patrullero todo tiempo del SVA, un arma poderosa contra el narcotráfico que ya desbancaba al negocio del tabaco. Como barco contrabandista lo vemos junto a los patrulleros Gavilán IV y la HJ en fotografías tomadas en Vigo el 10 de Junio de 1990.

La captura del SMC fue el precedente de la Operación Nécora activada el 12 de junio de 1990, que no terminó con la captura del capo, el escurridizo Sito Miñanco, detenido en la madrugada del 20 de enero de 1991. Sito, bien conocido e investigado desde hacía años como contrabandista de tabaco, al parecer dejaba a su socio Daniel Carballo «Danielito» la sección de droga en esta transición de negocio. Él oficialmente se dedicaba al tabaco y a la filantropía, como indicaba Perfecto Conde en «Conexión gallega». Además contaba con otros subgrupos, como el de Peixeiro, el Grupo de la Isla y los Panarros.

En 1990 disponía de por lo menos cinco lanzaderas de mediano porte, doce lanchas rápidas y otros medios de transporte marino. Uno de estos barcos, el SMC, dio inicio a una novedosa técnica de contrabando en Europa; a bordo, además de tabaco llevaba dos potentes embarcaciones de alta velocidad, la Lucki Rose y la Shazaan, destinadas a transportar la mercancía ilegal a tierra, evitando el control de las embarcaciones típicamente contrabandistas en los muelles. Esta técnica la había aprendido Sito de la organización Greenpeace, presente en España desde 1984. Célebre fue lo sucedido en 1980, cuando el Rainbow Warrior escapaba de cinco meses de secuestro en la base naval de Ferrol.

La caída de la SMC con su carga de tabaco no parecía suponer un gran golpe para los capos de la droga gallegos, ya metidos de lleno en altas relaciones internacionales, pero al contrario sí tuvo una gran trascendencia. Sito desplazó parte de su flota a Gibraltar. Dos alijos de cocaína de su organización fueron interceptados en la carretera. A bordo del SMC estaba uno de los familiares de Sito, Manuel Prado. Y para más gravedad, la caída del barco desbarató el proyecto narcotraficante más ambicioso, la descarga de ocho toneladas de cocaína en mayo en las costas gallegas.

El 20 de junio de 1993 la prensa daba cuenta de nuevas diligencias del caso SMC. El juez José Antonio Pérez, titular del juzgado número cinco de instrucción penal de Corcubión (A Coruña) fijó el día anterior en un auto la fianza para que los tripulantes del Smith Lloyd, capturado con un importante alijo de tabaco, obtengan la libertad provisional.

En esta misma fecha y compartiendo crónicas aparecía uno de los responsables de las lanchas del SMC, José Manuel Costa Rial, ocupado en una nueva faena llevando cocaína en el Mar Tere, barco que zarpó en abril hacia Suramérica. El 21 de mayo, el carguero se detuvo en aguas internacionales, frente a las costas de la región brasileña de Marañao, donde cargó casi 2.000 kilos de cocaína. En su ruta hacia España fue abordado por el SVA.

El fuerte oleaje hizo que el bote del SVA se estrellase contra el casco del Mar Tere, rompiéndose uno de sus dos motores y la quilla. Pese al accidente, ocho de las contrabandistas que viajaban en el barco fueron esposados sin problemas. Pero el capitán, José Manuel Costa Rial, no aparecía. Se llegó a pensar que se había lanzado al agua en un intento desesperado de fuga, hasta que siete horas después fue hallado escondido en la caja de cadenas y anclas. Costa ya había sido detenido tres años antes cuando pilotaba una planeadora del Smith Lloyd of Cairo.

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