RIBEIRA TUVO EL PRIMER SALAZON MODERNO DE ESPAÑA
Como he demostrado en anteriores trabajos, entre ellos «Costa da Morte, crónica marítima (Galp 3, 2016) los puertos gallegos, y de la Costa da Morte, desde la Baja Edad Media mantenían una intensa red comercial y una producción pesquera orientada a la venta exterior en contra de la tradicional visión de Galicia como zona periférica fuera de los mercados.
Tampoco es cierto que los fomentadores catalanes aportasen una serie de transformaciones desconocidas en el sector o que propiciasen el acceso a mercados que secularmente ya habían sido atendidos directamente por pataches locales.
Galicia antes y después de la llegada de los catalanes en el siglo XVIII era ya el principal centro pesquero de España, vendía dentro y fuera del país sus salazones y eran las malas políticas reales las que impedían el despegue, no nuestra capacidad. Un ejemplo de emprendedor gallego del siglo de la Ilustración es el coruñés Jerónimo de Hijosa, a quien ya conocemos de su actividad corsaria en la Costa da Morte.
Hijosa y el despegue del salazón gallego
Jerónimo de Hijosa Rodríguez nacido en Medina de Rioseco pero avecindado en A Coruña en donde se hizo a sí mismo y destacó como un gran emprendedor va a marcar uno de los grandes y poco conocidos proyectos innovadores de la pesca nacional en su época, una empresa netamente gallega. El despegue industrial del salazón gallego se inicia con el llamado Proyecto Hijosa en 1744. Hijosa contrata en el País Vasco francés a un técnico llamado Diabe con 25 años de experiencia en los ingenios de salazón de Terranova para investigar sobre la «pesca de bacalao» en la ría de Arousa. Diabe se traslada para analizar la pesca de abadejos en esta ría, pero por no ser época de esta pesca se dedicó a la merluza que envasa con sus métodos en sesenta quintales.
Como desconoce los mejores lugares de pesca y tiene poco apoyo local, como todo innovador en un sector tan tradicional y gremial, mantiene que con la práctica podría preparar según su método hasta 200 quintales por semana; porque su abundancia en aquella costa «no es inferior a la del bacalao en Terranova«.
Hijosa contrata a otros 14 prácticos vascos por cuatro años de trabajo con un sueldo diario de 20 reales el capataz y 12 los restantes. Diabe recorre la costa gallega en busca de abadejo y merluza, con calidad similar a las pescas de Terranova. El abadejo se proponía como alternativa al bacalao que nuestros barcos no podían capturar al haber sido desplazados de sus bancos habituales, como siempre.
El inicio de sus labores será en la isla de Sálvora en donde aún quedan restos de estos salazones históricos. Luego en Ribeira levanta en 1774 el primer salazón con capacidad industrial de Galicia similar a los emporios de Terranova, curando en poco tiempo 200 quintales de pescado, como documentó Meijide Pardo. Estamos ante el primer proyecto modernizador en España de la tradicional industria del salazón, de origen romano, antes de la tan aclamada revolución catalana. Manuel Mariño del Río investigó otro proyecto de Hijosa y Diabe en esta época, en Porto do Son.
La Guerra trunca los proyectos
El éxito fue inmediato y tanto el rey Carlos III como sus ministros enseguida probaron y aprobaron los productos gallegos. El Rey solicita a las autoridades gallegas que ayuden al promotor en sus proyectos. Hijosa se propone producir en 1775 hasta 10.000 quintales de pescado salado de buena calidad, especialmente abadejo para reducir las grandes importaciones de bacalao; y construye en Bueu una nueva factoría; pero de nuevo la política golpea un proyecto gallego innovador y productivo para nuestros puertos. La guerra con Inglaterra llevó a la falta de brazos, por los marineros enrolados en la Armada, causando en general un deterioro grande en el cerco y en el salazón gallegos.
Muchos de los marineros empleados por Hijosa son requisados en la leva de la Marina, otros prefieren el corso, huyendo del ejército; y el gobierno en 1780 dispone que los técnicos extranjeros retornen a su país, pudiendo regresar al final de la guerra. Hasta 1787 no puede Hijosa volver a recuperar con plena capacidad su empresa, pero ahora bajo el paraguas de una entidad nacional para apoyar el ramo de la pesca, la Real Compañía Marítima.
Hijosa trae mas técnicos franceses, compra dos barcos para buscar nuevos caladeros, mejora redes y aparejos. En 1788 seca al estilo de Terranova 650 docenas de merluza y 70 quintales de abadejo. Hijosa a finales del siglo es uno de los grandes empresarios coruñeses, aunque tendrá grandes pérdidas por las guerras, su actividad corsaria, la ruina del comercio.