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Fragata rápida Ariete D-36: Una efeméride del blanco y negro al color

Fragata Ariete navegando 1964.Fotografía: Josep Castro

Vicente Jesús Bernal Tortosa

Más de medio siglo, exactamente 55 años después, la historia sigue viva entre los vecinos de Lira, El olor a gasoil y el frío de aquella noche de febrero, siguen impregnados en los pulmones y la piel de los vecinos que se jugaron su vida desatendiendo su seguridad y las de sus propias familias; convirtiéndose en los verdaderos héroes de la odisea vivida por este buque de la Armada Española.

La primera y segunda guerra mundial supuso un antes y un después para muchas potencias europeas en su industria de construcción naval. Las continuas campañas bélicas entre las grandes potencias enfrentadas, quedó reflejada en una escasa e incluso nula inversión en estudios de ingeniería naval.

Los buques llamados a combatir durante estas guerras mundiales, estaban basados en plataformas diseñadas durante las dos primeras décadas del siglo XX. Planos y estudios fundamentados en mar llana y sin ningún tipo de estudio previo de hidrodinámica, en definitiva una nula inversión en I + D (Investigación y desarrollo).En un medio tan imprevisible e incierto como el mar es necesario una evolución del estudio para el desarrollo de las industrias constructoras y los astilleros que desembocasen en el forjado de una gran potencia naval.

En pleno comienzo de la segunda guerra mundial, Alemania invade Francia. Tanto los buques proyectados en planos, como los que están en plena construcción caen en manos del ejército de Hitler.En el momento de la rendición francesa ,se había iniciado en Nantes la construcción de los destructores ligeros de la clase «Le Fier».

Desde Alemania  un regalo en forma de plano envenenado basado en esta clase «Le Fier», llegó a nuestro país, un presente que no fue rehusado por nuestro Generalísimo.

Una España la del año 1939, desorientada tras una sangrienta guerra civil entre hermanos, familiares y en definitiva españoles, desolada por el hambre, donde no se disponía de ningún proyecto, base o plataforma naval sobre a  la que poder trabajar. Se hacía imprescindible la necesidad de incorporar destructores o torpederos a la Marina de Guerra.

Con los planos en poder de nuestra industria naval, el 18 de noviembre de 1939 se ordenó la construcción de nueve buques de este tipo.

Se adquirió todo el material necesario para su construcción, aunque las planchas de acero permanecieron a la intemperie más tiempo de lo debido, no cumpliendo de ninguna manera las características técnicas mínimas requeridas para el proyecto. Los continuos atrasos en el comienzo del proyecto de construcción,y las innumerables dificultades técnicas para construir las plantas propulsoras en los astilleros de Ferrol, no hizo posible la entrega de los tres primeros buques de esta clase hasta 1951 y de los tres últimos en 1961.Un desfase en el tiempo de más de cuatro décadas desde el proyecto francés original. Las botaduras de estos buques de la clase Audaz se hicieron de tres en tres para dar más relevancia al acto.

Los buques que formaron parte de esta clase Audaz a la que pertenecía el Ariete fueron: Audaz, Osado, Meteoro, Furor, Rayo, Ariete, Temerario, Intrépido y Relámpago. 

La dotación estaba formada en su mayoría por marinería de reemplazo, que en aquellos tiempos tan difíciles, donde eran separados de sus familias y tenían que abandonar sus trabajos, para cumplir con el servicio militar obligatorio «Mili».Ni más ni menos que 24 meses al servicio de la Armada, en un entorno tan duro como el mar.Muchos de aquellos llamados quintos no habían visto el mar en su vida; y mucho menos un buque de guerra, al que se tendrían que ir adaptando poco a poco.Su nueva familia sería ahora sus compañeros  de a bordo, en un ambiente hostil,con la nostalgia añadida del distanciamiento y desarraigo de su entorno familiar.

Foto- Josep Castro

La fragata antisubmarina rápida Ariete D-36  fue finalmente botada en los astilleros de Ferrol el veinticuatro de febrero de 1955, sufriendo posteriormente un proceso de modernización tecnológica y acondicionamiento posterior a su botadura debido al desfase en tiempo con respecto al proyecto original del buque. Finalmente el buque es asignado a la Armada el siete de febrero de 1961. 


Montaje de artillería fragata Ariete. Fotografía: Josep Castro

Los principales contratiempos que contribuyeron en gran medida a postergar su entrega a la Marina de Guerra Española, fueron los fallos en su planta propulsora y de estabilidad, estas dificultades hacían a estos buques no aptos para navegaciones en alta mar, debido en gran medida a sus frecuentes averías.

El Ariete con sus 168 tripulantes a bordo al mando del Capitán de Corbeta Francisco Carrasco Ruiz, zarpan pasado el mediodía del veinticuatro de febrero de 1966 del arsenal de Ferrol en demanda de su puerto base, el arsenal de Cartagena. Durante tres largos meses el buque había sido sometido a diversas obras de mantenimiento y mejoras en el Arsenal de Ferrol. Con una predicción meteorológica favorable, emprendían su viaje de vuelta a casa.


Fotografía de familia fragata Ariete 1962. Fotografía: Josep Castro

El inicio de la odisea que el destino tenía dispuesta para ellos, con una mar imponente en ocasiones superior a los 10 metros de altura y con vientos huracanados de hasta 80 nudos, así les recibió la «Costa da Morte». A la altura de Cabo Touriñan, con el fuerte temporal de sudoeste aminoran la velocidad del buque continuando su marcha.

Tras una serie de fatalidades inesperadas y concatenación de averías recién entrados en la «Costa da Morte» a la altura de la Isla Sisargas; y con tan sólo una caldera operativa para el gobierno y navegación del buque, el Comandante ordena poner rumbo a la ría de Pontevedra. El propósito, era dirigirse a las instalaciones militares de la Armada en Marín (Pontevedra), con la finalidad de resguardarse y reparar todas sus averías. Este hecho obligó al Ariete con tan sólo una caldera y limitados a la velocidad de cinco nudos avante, a sortear el temporal.


Fragata Ariete navegando, se observa poca mar y como clava la proa debido a sus malas condiciones marineras.

Al día siguiente, veinticinco de febrero, tras una noche terrorífica e inolvidable para toda la tripulación,  se produjo la pérdida total de propulsión a la altura de la Isla de Sálvora, quedando el buque al garete, a merced de la mar y los vientos. Empujado por la mar gruesa y los fuertes vientos de componente sur reinantes, fue derivando hasta ser desplazado unas 20 millas náuticas al norte a la altura de la costa de Carnota.

Se sucedieron posteriormente los intentos desesperados de remolque fallidos, que fueron llevados a cabo por el petrolero Camporraso que navegaba por la zona y la fragata Legazpi con base en Marín. Tras más de cuarenta horas de agonía y desesperación con una dotación exhausta al capricho de la furia del mar de la Costa da Morte, el Ariete sortea sin máquinas y con mucha fortuna, toda la zona de piedras y bajos existentes frente a la playa de Ardeleiro en Lira (Carnota).

Naufragio de la Fragata D-36 Ariete con el personal evacuado. 25/02/1966 Fotografía: Jose A. Bouzon Sanjurjo

Los vecinos dispusieron todo lo que tenían a su alcance para dar acogida a aquellos náufragos, tractores con luces orientados hacía la fragata, mantas, botellas de caña, pan entre muchas más cosas; todo valía si se podía salvar alguna vida.


Traslado de equipos y material a tierra en plena investigación del suceso. 27/02/1966 Fotografía: Jose A. Bouzon Sanjurjo

El buque no se sabe aún como, ya fuese por la advocación de la virgen del Carmen o la propia virgen de los Remedios patrona del Concello de Lira, queda varado sobre una cama de piedras a unos 80 metros al sur de la playa de Ardeleiro, donde vecinos y vecinas de la localidad, esperaban ansiosos, prestos al rescate de la tripulación. 

La fijación de un cabo desde el puente del buque a una piedra en tierra firme fue perfecta gracias a los tractores, procediéndose inmediatamente al desembarco ordenado de toda la dotación en una canasta colgada en este improvisado andarivel, mediante el cual iban desembarcando a tierra. Desde tierra tiraban del cabo todos los vecinos, hombres y mujeres algunas embarazadas se unieron para auxiliar a los náufragos.


Personal en plena inspección del buque tras el naufragio 27/02/1966 Fotografía: Jose A. Bouzon Sanjurjo

Certificada inutilidad del buque para el servicio, causa baja en la Armada por Orden Ministerial 1596/66 de 11 de abril (D.O 84).


Campamento militar en la zona del naufragio. 27/02/1966 Fotografía: Jose A. Bouzon Sanjurjo

La Armada recompensó a muchos vecinos de Lira por su ayuda, entrega y acción heroica llevadas a cabo durante aquella larga noche. Debido a esta actuación del vecindario de Carnota se le concedió el título de «muy humanitaria» por decreto 3290/1966 de 29 de diciembre.

Aquella fría y larga noche, 168 hombres salvaron la vida gracias a la generosidad de estos vecinos, haciendo realidad una efeméride que aunque comenzó con un color más negro que blanco, hoy se pueda contar como una noble acción en color de estos héroes anónimos que perdurará por siempre.

 

FOTO PORTADA-JOSEP CASTRO
 

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