lunes, abril 29, 2024
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San Bartolo de Arou, una singular romería

San Bartolo de Arou es una de las romerías más populares de Camariñas. Se celebra cada 24 de agosto. Un día de meriendas en la playa y algarabía hasta la noche. Sobre todo celebrado en Ponte do Porto por romeros que acudían en pandillas. Hoy la fiesta pierde muchos adeptos si no se celebra en fin de semana por el sino de los tiempos, pero sigue recibiendo romeros de Ponte do Porto, Camelle y el entorno.

Aguas curativas de Arou

La tradición llevaba a los romeros a tomar sus aguas curativas, bendecidas por el patrón. Ese día no se puede trabajar porque «o demo», un diablillo travieso, anda suelto por el mundo 24 horas y hace todo tipo de travesuras.

Mi abuela me contaba como de niña, no pocas veces, a ella y sus compañeras o demo les «estragaba» o alghaso (algas) recogido durante la mañana; siendo su campo de acción principal la playa de O Curro o A Lagoa.

Del mismo modo los vecinos explican que su san Bartolo fue castigado por Dios al destierro a este lejano rincón porque se rebeló cuando la Iglesia propuso «capar aos curas».

Otra leyenda explica que a Arou traían a enterrar los cadáveres desde Buría (Camariñas), a tres leguas. Los porteadores descansaban en una piedra del camino viejo llamada «a pedra da folga».

Otra narración apunta a las incursiones marinas que desde la era vikinga hasta el siglo XIX sufrían los habitantes de la costa, por lo que se conservan en los montes de Arou cabañas y grutas donde se ocultaban los naturales. Sabemos que desde el siglo XIV existía el santuario.

Xan Ferreiro

Por la ensenada de Xan Ferreiro vamos al mirador de Lobeiras y a la playa de Lobeiras. Una fantástica isla poblada por cientos de aves marinas guarda memoria de viejos pastores que llevaban en barca sus rebaños, cuando estos montes comunales ahora cubiertos de pinos servían de pasto a una amplia cabaña ganadera.

Era un camino de malandros y de mal agüero el que va a Lobeiras y sube o costea a Santa Mariña, antes de construir la nueva pista. En parte por la presencia de un ser temible, el más peligroso de todos los trasnos, el Xan. Se acostumbró a asaltar caminantes, robarles, golpearlos y arrastrarlos por las zarzas. Tiene atado a algún incauto toda una noche a un pino. Es el señor de Xan Ferreiro. Pero también en la Cova de Xan de Lema, en Dor.

En «a laxe dos rapaces» naufragó una chata cuyo patrón y sus dos hijos murieron al intentar salvarse. Es un lugar en cierto modo maldito, en donde a veces se escuchan los gemidos de los dos niños náufragos.

Arenal de Lobeiras

Asimismo en el arenal de Lobeiras apareció el cadáver de un marino extranjero, al que le habían cortado los dedos para robarle los anillos. Son muchos los barcos hundidos en este tramo y las almas en pena de marinos desgraciados que en ciertas noches deambulan por el largo arenal. Algunos de estos naufragios se atribuyen a las luces espectrales de la más fatídica de las apariciones, aquí llamada A Ronda.

Dicen que Lobeiras debe su nombre a la presencia de lobos de mar (focas) tomando el sol (sonllando) en el arenal y la isla. Desde allí, por un sendero entre «toxos», recorremos los coídos de cantos rodados en medio de un paisaje único, hasta llegar al pequeño puerto de Santa Mariña, que cruzaremos para ascender por el penal de Veo, en las estribaciones de la duna de monte Branco.

Santa Mariña do Tosto

En Santa Mariña fueron surgiendo las casas por una empinada cuesta, o «tosto». Abajo, el puerto, con las cabañas de pescadores. Arriba, en medio del casal, la pequeña capilla románica, único resto de un antiguo monasterio benito. Al menos desde el siglo X había aquí eremitas, en este agreste y desamparado lugar, tan alejado de todo, también del pecado.

Pero durante la Edad Media fue un santuario célebre, enriquecido con donaciones de tierras por los nobles, con limosnas generosas de los cientos de fieles que acudían al cobijo de la santa. Famosa en todo Nemancos y Soneira por sus milagros.

Por ello en el siglo X fue atacada por los normandos. También por una codiciosa señora llamada Eiloza, ayudada por su hermana y los criados de ambas. Asaltaron el monasterio con engaños, fingiendo ser peregrinas.

Por su impío delito sufrieron un terrible castigo divino: la lepra. Solo se vieron libres del mal cuando volvieron a pedir perdón a la santa y restituyeron los bienes robados: coronas, cruces, cajas y otras alhajas de oro y plata.

El abad compostelano de San Paio los acogió, restauró el cenobio y aportó nuevos monjes. Pero se sucedieron los ataques de invasores por mar o de nobles de la tierra. Hasta cuatro veces fue reedificado y dotado de frailes, porque era lugar de gran devoción en donde «se continuaban haciendo innumerables prodigios por la intercesión de la santa patrona».

En el siglo XVII ya sólo quedaba la capilla, con todo su romería el 18 de julio se siguió manteniendo con cierta popularidad hasta finales del siglo pasado, al ser la patrona menesterosa para la fecundidad animal. Famosas eran las pandereteiras del lugar con sus cantigas «sen cadrar». Santa Mariña fue una joven mártir gallega de A Limia a la que decapitó un prefecto romano no correspondido, tras someterla a cinco torturas diferentes.

Por el Camiño dos Faros

Cuenta la leyenda local como la sencilla imagen apareció en el mar, según unos, en una cueva según otros. El caso es que la cabecera parroquial estaba en Xaviña, y allá la llevaron. Pero los porteadores fueron muriendo uno tras otro. Luego la aldea sufrió una gran plaga que afectó a los hombres y las cosechas. Por eso tuvieron que devolverla al lugar. No está sola en la capilla, la acompaña santa Rufina.

Las dos santiñas, como vimos, muy veneradas por todo el Camiño dos Faros, por la difusión de su culto entre los pequeños pero antiquísimos monasterios benitos que jalonan la ruta. En ellos se ve la mano del primer monacato galaico, aquel que difundieron san Martiño de Braga y los reyes suevos.

Donde poseyeron tierras y feudos san Rosendo y su rica familia, o la Iglesia de los bretones asentados en la Mariña lucense, tras huir de las islas Británicas por el acoso de anglos y sajones.

Un río pasa entre las casas, se conserva la fuente santa, y como en todo el concello a todas horas escuchamos el repique de los palillos de las encajeras. Es un lugar seductor, con espléndidos atardeceres. Los montes que rodean la aldea están poblados de leyendas que siguen recordando los vecinos mayores, con profesión de fe, por trasmisión de sus antepasados.

En el atrio de la iglesia están enterrados sus monjes. La Cova da Reina fue refugio de una pareja real, escapada para protegerse de la ira de los enemigos de su unión. El Pe de Cristo es una laja con las marcas de las sandalias de Jesucristo, allí dejó su pisada cuando llegó al fin del mundo, fundiendo la roca.

La Fonte Encantada es un lugar mágico y curativo, de rituales pero también de apariciones de encantos y mouras. Por ello hay que ser precavido, podremos obtener el agua que rejuvenece y cura si respetamos a las «anas» del agua. Y si en algún día de los marcados en los libros de las sabias se nos aparece una moura, debemos responder a sus acertijos. Alguna anciana pandereteira sabe las respuestas, pero me pidió no transcribirlas.

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